martes, 9 de enero de 2007

Desnudándome

Querida mia:

Vas y vienes, apareces y desapareces, llenándome de vacío en la ausencia y en la presencia. Es curioso, pero cuando no estás es cuando más cerca te tengo, mientras que cuando te veo, más lejana me eres. Te eché tanto de menos que reencontrarte puede doler, como el agua helada en el día más caluroso del más caluroso agosto. Pero más dura es la ausencia, cuando notas que te falta la pimienta, la especia que sin ella el plato no es digno de ser servido. Sin eso, me siento incompleto, como si me arrancaras ese trozo que me falta para ser yo, la pieza del puzle que lo completa, el ladrillo que aguanta los cimientos, antes de derrumbarse.

Inundas mi mente de imágenes que vivo como reales, que siento como mías, tan dentro que casi puedo tocarte, que casi puedo sentirte a mi lado, aún sabiendo que eso jamás será posible. Daría lo que fuera por abrazarte, para tener entre mis brazos el cuerpo que nunca será mio; daría lo que fuera por oirte, para sentir en mi oido el jadeo que nunca atravesará mi mente; daría lo que fuera por besarte, por conocer el sabor de la carne que nunca devoraré; daría lo que fuera por olerte, para intuir el aroma de tu sexo abierto como una flor, la esencia que jamás me llegará.

Te he tenido tantas veces en mi mente que podría recordar cada rincón de tu carne sin jamás haberla visto. Tantas veces te he gozado que no podría vivir sin oir los gemidos que nunca he oido. Tantas veces te he soñado que despertar y buscarte entre las sábanas es sólo el intermedio entre sueño y sueño.

No te sorprendas cuando te pregunto sobre mí, porque no me creo merecedor de tenerte; no creas que lo hago para halagar mi oido, sino para asegurarme de que no es sueño y que todo es real. Soy un ser inseguro, que se siente pequeño en tu presencia, y que responde alborozado ante cada cariño, cada suspiro, cada nota de color y de calor.

Tengo miedo; miedo de tocarte, de ensuciar tu piel con el rastro de mi deseo, miedo de morderte, de que mi saliva no pueda limpiarte, miedo de que me rodees con tus piernas por la cintura y diluirme en tu interior, y no poder salir jamás de esa cárcel de tu cuerpo. Prefiero mil veces seguir deseándote a tenerte, porque no quiero ensuciarte. Elijo no tener tu cuerpo caliente junto al mio, por seguir viendo tu sonrisa, verde y cristalina. Elijo la tortura de tenerte a un palmo de mí y no poder alcanzarte, porque así mi sangre seguirá ardiendo sin apagarse jamás.

Quizás el tiempo amaine la tempestad, quizás todo se atempere y suavice, no lo sé, ni quiero saberlo. Sólo quiero vivirte día a día, pensando que cada día puede ser el último; a pesar de todo, jamás acabará. Puede ser que no estemos, que no nos tengamos, que no mezclemos nuestras almas, rodando entre sábanas, que no esté dentro de tí, ni que devore tu sexo hasta derretirlo entre mis labios. Puede ser que jamás claves tus ojos en los míos mientras te penetro, profunda y lentamente, tan dentro que quisiera traspasar tu carne y tu alma. Seguramente jamás mojarás mi piel con la dulzura de tu orgasmo, ni grites en mi oido que quieres más, que no pare jamás, que siga comiéndote poro a poro, que no deje de entrar y salir de tu sexo. Es muy probable que no me derrame dentro de tí, y que jamás conozca el tacto de tus labios rodeando mi sexo, succionándolo, devorándolo, arrancándome gota a gota mi alma. Pero lo que siempre tendré será tu recuerdo, el brillo de tu sonrisa y el calor de tu alma, porque lo que vive en el corazón jamás muere.

6 comentarios:

Palabrasalbapor dijo...

Un amor platónico espléndidamente contando. Un gusto leerte, como siempre.

Besos desde el agua.

Unknown dijo...

Gracias cielo, un gusto ver tus comentarios, como siempre...
Besos y Susurros

Lo que perdiste entre las sábanas... dijo...

Precioso,como todo lo que escribes.Vivir el momento...sentir, sentir, sentir...Dulces besos.

@rosycotes dijo...

Muy platónico, muy mio, y claro, muy tuyo.

No se como llegué, pero bueno leerte.

-ROCO-

Anónimo dijo...

Dichosa la dama que es dueña de tu amor (aunque sea platónico)

lunilla dijo...

duele la ausencia no?